13 de noviembre de 2015

Periodismo responsable

Pensemos en una manifestación contra el terrorismo de ETA. Miles y miles de personas en las calles, venidas desde todos los rincones de España. Niños, mujeres, hombres, familias enteras. Jóvenes y no tan jóvenes. Por desgracia no hay que echarle mucha imaginación, pues lo hemos vivido, con demasiada frecuencia, hasta hace no mucho.

Imaginemos ahora las portadas de la prensa al día siguiente. Cómo ignorar e invisibilizar un hecho así, ¿verdad? ¿Qué se hubiera dicho de un medio que no le daba importancia a ello?

Hablemos ahora de la manifestación del pasado sábado en Madrid contra la violencia de género (dato: solo en los últimos 12 años ha habido más mujeres víctimas de violencia de género que víctimas de ETA en toda su historia). Miles y miles de personas en las calles, venidas desde todos los rincones de España. Niños, mujeres, hombres, familias enteras. Jóvenes y no tan jóvenes.

¿Cuáles son las portadas de los principales periódicos al día siguiente? De los cinco más vendidos (El País, El Mundo, La vanguardia, el Periódico de Cataluña y ABC), en solo dos aparece la manifestación a gran tamaño en la portada. En un tercero aparece una pequeña reseña, tan pequeña, que incluso la noticia “Taiwán no proclamará la independencia” ocupa mayor espacio. En los otros dos pueden buscar y rebuscar, pero no encontrarán NADA. (http://kiosko.net/es/2015-11-08/general.html).

Pero la cosa va mucho más allá. No mencionaron la manifestación, no. Sin embargo, días después, en uno de esos medios, sí que publicaron un artículo en el que se tachaba a la misma, literalmente, de “absurda manifestación”. ¿Los argumentos? Entre otras perlas, que la violencia de pareja (así es como llama el individuo a la violencia de género) es algo privado que siempre ha existido vete tú a saber por qué. Vamos, que nos crucemos de brazos, que no hay na que hacer y que dejéis ya de dar la lata, locas histéricas.


No es la primera vez que vemos cómo desde la prensa se ponen piedras en el camino de la lucha contra la violencia de género. Por eso, y para que mucha gente sea consciente de cómo se trata en este país este tema, he recopilado algunos de los casos más llamativos. Cuándo alguien se pregunta cómo puede ser que hoy hayan matado a otra mujer, cómo es posible que no se acabe con esto de una vez… ¿Que cómo es posible? Pues, entre otras muchas cosas, porque tenemos una prensa que, en demasiadas ocasiones, lo suaviza, lo justifica y lo fomenta.



¿Un hombre irá 9 meses de cárcel por llamar yonqui a su ex pareja? Qué locura, ¿no? Si es que ya montamos el lío por cualquier chorrada… Ah, espera, que si leemos la noticia completa resulta que:


La insulta, la coge del cuello y la tira al suelo. Pero ellos eligen como titular “a la cárcel por llamarla yonqui”. Bravo



¿"Muere"? ¿"Cae"? ¿Ella sola? ¿"Detienen a un hombre"? ¿Al primero que pasaba por allí? ¿La noticia en la sección sucesos? Qué despropósito…



“Detenido por amor”. Saltó la valla y entró en la casa de su exnovia. No era la primera vez que lo hacía desde que rompieron. Qué romántico. ¿Y ella va y lo denuncia? Las mujeres hoy en día es que somos unas desagradecidas. ¿Qué pretende? ¿Que acepte la ruptura y no se cuele en su casa cada vez que le da gana? ¡Pero si eso es una prueba de amor, tonta! ¿Qué hay más romántico que eso? Pobre chico, qué injusticia. Él solo está enamorao…




“Una pareja normal”. Él no la dejaba salir porque no quería estar mucho tiempo solo. La tarde anterior era la primera vez que ella podía quedar a solas con una amiga. Vamos, lo que viene siendo una pareja de lo más normal. Todo el mundo sabe que lo normal cuando tienes pareja es no poder salir de tu casa. Es algo muy normal y muy romántico, casi tanto como lo de saltar vallas y entrar en casas ajenas.





TOMA YA. Y saludaba todas las mañanas, ¿verdad?


Si ya de por sí aterra la actitud de parte de la sociedad ante la violencia de género, peor aún es que los medios lo reproduzcan como si nada. Pudiendo condenar y concienciar, en muchos casos eligen el morbo, la justificación, y acaban disfrazando asesinatos, haciéndolos pasar por amor. Un poquito de cabeza, ¡por favor! 




6 de octubre de 2015

Un pasito p'alante, dos pasitos p'atrás

Cuando se habla de feminismo, algo en lo que todo el mundo coincidimos es en que, cuando te metes en esto, ya no puedes salir, ya no hay marcha atrás. Cosas que antes te parecían normales o te pasaban desapercibidas ahora  te escandalizan y te llevas las manos a la cabeza preguntándote cómo pueden no verlo los demás. Cuando, además, se da la circunstancia de que eres docente, no puedes parar de pensar en qué puedes hacer, en tu día a día en tu aula, en tu centro, para concienciar y cambiar las cosas.

Vas por la calle y ves un niño que llora porque se ha caído, mientras su padre le dice ‘levántate, no seas nenaza’. Y piensas “qué horror, mañana en clase tengo que comentar esto”. Entras a una papelería y escuchas a la señora de delante pedir ‘un bolígrafo para chica’. “¿Ves? Esto es lo que hablamos ayer en clase”, te dices a ti misma. Te dejan en el buzón una revista de juguetes. La ojeas un poco…”Ahora mismo la meto en la carpeta, que no se me olvide llevármela para que mañana la comentemos”.

Te sientas delante del ordenador. Abres un documento y anotas una idea. Luego otra, y otra… Lees artículos. Seleccionas cuentos. Buscas vídeos. Éste sí, este no. Buscas noticias. Entre medio, lees burradas que te dan ganas de llorar, de tirar la toalla y mandarlo todo a la mierda. Buscas blogs de docentes para empaparte de ideas y experiencias. Piensas actividades para cada uno de los niveles. Escoges las palabras, porque el qué es importante pero, el cómo, también, sobre todo sabiendo que enfrente hay un público de no más de 12 años.

Y, en el centro, reuniones, debates, propuestas... Y discusiones. Porque, no lo olvidemos, estamos intentando cambiar el orden establecido y, eso, hay a quienes no les sienta nada bien. Qué nos van a contar a nosotras…

Con mucho esfuerzo, se empieza a llegar a un consenso. Se modifican los documentos, se acuerda cuidar el lenguaje, cuidar el uso de los patios, se organizan actividades, charlas, etc. En cualquier conversación o actividad surge la oportunidad de educar en igualdad. Se convierte en un objetivo primordial del centro. Poco a poco se va logrando la implicación de todas las partes. Profesorado, alumnado y familias. Día a día, pasito a pasito.

Es entonces cuando sientes que hay esperanza y que todo esto, que cuesta muchos disgustos, frustraciones y, hasta lágrimas, merece la pena. Sientes que te escuchan, que la sociedad se implica, que estamos educando niños y niñas que se respetan y que están libres de prejuicios. Sientes que se pueden cambiar las cosas y, ¡joder,  lo estamos consiguiendo!

Y, justo entonces, es cuando aparece el señor Ministro de Educación a decir que el maestro que más le marcó en su vida fue aquel que le dijo a un compañero suyo que “los hombres solo lloran cuando les deja la novia o cuando se muere su padre”

Olé. Qué bonito. Me ha puesto los pelos de punta, señor ministro. Gracias. Me ha emocionado usted tanto que no me salen las palabras, así que solo diré una cosa más:


¿Los niños no lloran, señor ministro? Claro que lloran. Y más que van a llorar cuando tengan edad de darse cuenta de la clase de gobernantes que tenemos…   

23 de junio de 2015

No empieces ya con el temita...

Hace unos días las redes sociales ardían ante el comentario realizado por el periodista Javier Mérida en una tertulia deportiva futbolera. Comentaban la posibilidad del fichaje de un jugador que hace un par de años confesó haber agredido a su pareja. El periodista soltó entonces la siguiente perla: “con dos copas de más, pegarle una guantada a tu mujer no es agresión ni maltrato ni nada”. Añadiendo que, además, ella le había sido infiel.

Ante el revuelo que se formó en Twitter, este “señor”, lejos de disculparse y recapacitar por la barbaridad que había dicho, empeoró aún más la situación. Colgó, entre otros, un tweet con un enlace a la noticia de la infidelidad y añadió que “No he justificado nada. Me limité a contar por qué le pegó el puñetazo. Que no debió, claro, pero no fue por gusto”. Vamos, el ‘si le pega algo habrá hecho’ y ‘se lo merecía, por puta’ de toda la vida. Para no justificar la violencia de género, Javier Mérida, lo disimulas muy bien. Además, habló de denuncias falsas y “feminismo aprovechado”. Nos suena el discursito, ¿verdad?

Más tarde, después de que la Asociación de Prensa de Sevilla publicara una nota condenando sus declaraciones, el periodista se disculpó diciendo que “Mi única defensa, y tibia, es que en el calor de una tertulia, y con voces entrecortadas al no estar todos en la misma sala, a veces no se piensa lo que se dice, y luego no hay tiempo de matizar ni de rectificar. Pero, insisto, es tan vaga esa aclaración que solo resta insistir en mis disculpas más sinceras. No volverá a ocurrir. Mi perdón más arrepentido.”

Pero, ¿sabes qué pasa? Que el problema de la gente como tú es precisamente el contrario: lo decís porque lo pensáis. Tus disculpas no valen nada, pues de lo único de lo que te arrepientes es de haber hecho ese comentario en público.

Igualito que el señor Tim Hunt, que lo que lamenta es haber dicho esas cosas en presencia de todos esos periodistas.

Quien llega al punto de justificar la violencia contra las mujeres no lo hace por ser un enfermo ni un loco. El machismo está presente de muchas formas, unas más difíciles de percibir que otras, pero todas hacen daño y contribuyen a que las mujeres sigan sufriendo desprecios, humillaciones, agresiones y asesinatos.

Cuando en una reunión, fiesta, comida familiar, etc., reprochamos un comentario machista se nos tacha de exageradas, amargadas, aguafiestas. “No empieces con eso, que estamos de broma”. Pero resulta que la gente que hace comentarios como los de J. Mérida (o Tim Hunt, o León de la Riva, o Arias Cañete, o…) en público, se atreven a hacerlos precisamente porque antes, en privado, entre risas, han sido aplaudidos, tomados a broma y no censurados. El machista se siente respaldado, justificado, apoyado, comprendido. Y, así, día tras día. Hoy le ríen un chiste sobre las mujeres y las baldosas, mañana  miran para otro lado ante un “esa es una guarra”, al otro callan ante un “si les pegan es porque lo consienten”…Hasta que un día, llega a una radio y, como si nada, justifica la violencia de género.

¿Cuántos maltratadores habrán sentido que lo que hacen está bien al escuchar las declaraciones de Javier Mérida? ¿Cuántas mujeres habrán desistido de denunciar a su maltratador porque al escucharle han sentido que, quizá, lo que están sufriendo no es para tanto o incluso lo merecen?

“El temita” es lo suficientemente serio como para tener que mordernos la lengua y callar, sea ante un desconocido o un familiar y estemos en la cola de la pescadería o en una cena de Nochebuena. Cuando callas, le estás dando fuerzas para subir un escalón más.


Y, hablando de callar, no me olvido del silencio cómplice de los compañeros de profesión de J.Mérida. Entristece pero, por desgracia, no sorprende. Por cobardía o por corporativismo, han decidido callar. Y, quien calla, ya se sabe…

También se echan de menos respuestas desde más arriba. ¿Se imaginan el escándalo si un periodista dijera en una radio algo así como “Sí, el etarra le disparó, pero es que él no quería darles la independencia!”?

¿Parece una comparación demasiado fuerte? Quizá sea el momento de recordar que, sólo en los últimos diez años, han sido asesinadas por sus parejas más de 700 mujeres.


Pero está claro que hay temas y “temitas”.

3 de abril de 2015

El machismo mata; la complicidad remata.

El pasado miércoles, el twitter de la Guardia Civil publicaba un mensaje en el que se leía: “Tolerancia cero al maltrato en todas sus formas y variantes”, acompañado de dos imágenes. Una, sacada de antigua campaña oficial contra la violencia de género en la que vemos a un hombre y la frase “Cuando maltratas a una mujer dejas de ser un hombre”.

Podríamos hablar de lo acertado o no de la campaña en cuestión -¿qué se entiende por “ser un hombre”?, si los maltratadores no son hombres, ¿qué son entonces?- pero lo que ha desatado la polémica ha sido la otra imagen incluida en el tweet. Se trata de un montaje de la primera, pero en este caso vemos a una mujer y el texto “Cuando maltratas a un hombre dejas de ser mujer”.

No tardaron en llegar las críticas por parte de personas formadas en el tema, así como los aplausos de quienes, mostrando un total desconocimiento, interpretaron el mensaje como algo positivo y que contribuía a la lucha por la igualdad.

Pero, ¿por qué el mensaje en cuestión es un error gravísimo por parte de la Guardia Civil?

En primer lugar, conviene dejar claro qué es la violencia de género. "Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión" (http://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/QueEs/Docs/LEY_ORGANICA_1_2004contraviolencia.pdf )

Es decir, la violencia de género es aquella cometida por los hombres sobre las mujeres como consecuencia del sistema social (patriarcado) que privilegia que a éstos, considerándolos superiores a las mujeres. Este sistema a la inversa no existe, y es por eso que sólo se considera violencia de género aquella que se produce de hombres a mujeres. Es por esto mismo por lo que un hombre no será atendido si llama al 016 (recordemos, teléfono para las víctimas de VIOLENCIA DE GÉNERO). Deberá llamar a la policía, tal y como lo haría una mujer que, por ejemplo, hubiera sido agredida por un desconocido.

Con su mensaje, la Guardia Civil está cayendo en el tremendo error de equiparar la violencia de género con otro tipo de violencia, lo que provoca confusión e invisibiliza la opresión que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.

¿Hay mujeres que maltratan? Por supuesto. Nadie niega eso. Pero no lo hacen amparándose en una posición de privilegio que la sociedad les otorga. Es un problema distinto, con una base distinta y, por tanto, necesita tratamiento y soluciones distintas.

Para entenderlo mejor, pensemos en una campaña contra el racismo. Imaginemos el mensaje “Tolerancia cero al racismo en todas sus formas”. Imaginemos también que ese mensaje se acompaña de dos fotos: en una aparece una persona blanca agrediendo a una que no lo es, y en la otra una persona negra agrediendo a una blanca. Resulta ridículo solo imaginarlo, ¿verdad? Supondría que se está igualando una violencia con otra. Se estaría equiparando la violencia provocada por un sistema que otorga una posición de privilegio a las personas de raza blanca frente al resto de razas, con casos totalmente aislados y que no responden a la misma causa, por lo que, aun siendo igual de condenable, no es un problema social.

Otro ejemplo. “No a la violencia contra personas LGTB ni contra heterosexuales”. Lo dicho, ridículo y muy, muy peligroso el mensaje que transmitiría.

¿Significa esto que unas víctimas sean más importantes que otras? ¿Significa que no nos importan los asesinatos de hombres? Obviamente no. Este argumento sólo se da en las mentes más retorcidas que lo único que buscan es desprestigiar el feminismo. A estos adalides de la no violencia, sin embargo, suele importarles poco el hecho de que el 95% de los asesinatos que se producen en el mundo son cometidos por hombres. A ellos, curiosamente, lo que les aterra es el feminismo.

Por tanto, queremos dejar claro una vez más que lo único que se pide es que no se trate la violencia contra las mujeres como un tipo de violencia más porque, como se ha explicado, no lo es. La raíz del problema es muy profunda y con hechos como este se agrava aún más.  

Resulta desconcertante que quienes, se supone, deben dar ejemplo a la sociedad, demuestren este total desconocimiento sobre la violencia de género (cabe mencionar que en la “rectificación” que se produjo varias- demasiadas- horas después, la G.C vuelve a equivocarse, pues habla de violencia doméstica y no de género) y sobre la sensibilización ante ella. Y, sobre todo, aterra pensar que personas como el autor de ese tweet puedan ser las encargadas de atender a mujeres maltratadas.

¿Cuántos maltratadores se habrán sentido reforzados en su actitud con este mensaje? Y, lo que es peor, ¿cuántas mujeres habrán perdido la confianza en quienes se supone que iban a ayudarlas y protegerlas, desistiendo de denunciar a su maltratador?

Todo esto ha ocurrido en una semana en la que 6 mujeres han sido asesinadas por sus parejas. Por supuesto, como casi siempre, han pasado desapercibidas.

Este ha sido el enésimo capítulo protagonizado por aquellos que ven y pretenden hacer ver el feminismo como algo que les hará perder privilegios, y no como un movimiento totalmente necesario (por desgracia) para lograr un beneficio común a toda la sociedad, como es la igualdad.


En nuestro camino ha habido, hay y seguirá habiendo muchos obstáculos. Demasiados. Pero, que no os quepa duda: por nuestra parte, NI UN PASO ATRÁS. 

11 de febrero de 2015

Esa cosa no tan nueva llamada ignorancia

Juan y Damián pueden ir tranquilos por su ciudad. Nunca se han visto obligados a cruzar la calle para evitar pasar por delante de ese grupo de desconocidos. Unos desconocidos que, seguramente, les harían comentarios sobre su físico.

Juan y Damián tampoco han sufrido nunca la experiencia de que un extraño los siga por la calle pidiéndoles insistentemente su número de móvil. Tampoco nunca tuvieron que darle un teléfono falso a ese hombre para que, por fin, les dejara en paz.

A Juan y Damián nunca les juzgaron ni les llamaron guarros o putos por llevar esos pantalones o esa camiseta. Tampoco les juzgaron jamás por acostarse con quien quisieran. Bueno, mentira. Ahí, seguramente, sí que les juzgaron. “Crack”, “campeón”, “eres mi ídolo, tío”, “eres el puto amo”…

A Juan y Damián nunca les dijeron que tuvieran vigilada su copa, no fuera a ser que alguien les echara algo. Tampoco tuvieron nunca que pedirle a alguna amiga que los acompañara hasta casa porque temían ir solos por la noche.

Nunca fueron a una entrevista de trabajo y fueron rechazados porque, en unos meses, iban a ser padres. Tampoco nunca cobraron menos que sus compañeras por hacer exactamente el mismo trabajo.

Imagino que es por eso por lo que Juan y Damián, en un programa de televisión que ven más de tres millones de personas, como es El Hormiguero, sueltan, entre risas, cosas como:

Leyendo una revista de mujeres nos hemos dado cuenta de que hay una cosa nueva que se llama micromachismo (risas)”

Sí, Pablo. Porque tú abres una puerta, creyéndote que estás haciéndoles un favor, pero resulta que estás cometiendo un micromachismo (más risas)”

Nosotros queremos luchar contra los micromachismos y por eso hemos estado trabajando para desarrollar nuevos piropos no ofensivos para la mujer

Tras esto, vemos varias escenas, en las que una mujer pasa por delante de un grupo de obreros, entre los que se encuentran Juan y Damián, y que le dedican lo que para ellos son piropos que sí son aceptables y por los que ninguna mujer debería ofenderse.

Después de esta muestra de ignorancia total, y una vez superada la vergüenza ajena, la rabia y la impotencia, sólo nos queda decirles a Juan y Damián:

Los micromachismos no son nada nuevo, por desgracia. Sería recomendable, y más aún dado que hacéis un programa de televisión, que os informarais de las cosas sobre las que vais a hablar. A lo mejor así, además de no haber quedado como dos garrulos, hubierais evitado darle alas al machismo y ridiculizar la lucha de las mujeres por conseguir igualdad.

En cuanto a los “piropos”, espero que no os sea muy difícil de entender que, cuando una persona va por calle, lo que es público es el espacio, NO SU CUERPO. No queremos saber vuestra opinión sobre nuestro físico. No os lo hemos pedido y, además, nos importa una mierda. NO necesitamos vuestro “visto bueno” para sentirnos realizadas.

Por otro lado, sentimos deciros que NO os corresponde a vosotros juzgar qué es o no ofensivo para las mujeres. ¿Podréis superar este duro hecho de no ser vosotros quienes decidáis por nosotras?  


Pero tranquilos, que no todo es negativo. También tenemos algo que agradeceros. Gracias a gente como vosotros somos conscientes de lo necesario que es el feminismo y de lo mucho que nos queda por hacer. Gracias, Juan y Damián, por recordarnos que no debemos bajar la guardia ni un solo segundo. 



25 de diciembre de 2014

ToyPlanet: el camino a seguir

En estas fechas es típico comer turrón, cantar villancicos, poner el árbol de Navidad en el salón, mandar Christmas…Y también pillarse un buen mosqueo viendo los catálogos de juguetes.

Los catálogos de juguetes son esas revistas que, en unos pocos segundos, tiran por tierra todo el trabajo y el esfuerzo que se hace día a día en las escuelas, familias, etc. por acabar con el sexismo.

Los catálogos de juguetes son esas revistas en las que una parte es rosita y otra es azul. En la primera sólo aparecen niñas, que juegan con muñecas, carritos, cocinitas y mesas de maquillaje. En la parte azul sólo salen niños, que juegan con coches, construcciones, barcos piratas y futbolines. También hay una parte en la que salen triciclos, corre pasillos, bicicletas y coches, los cuales siempre conduce un niño, a no ser, claro, que el vehículo sea rosa o morado. Y luego está la parte de los disfraces: pirata, Batman, Spiderman o médicO para los niños; enfermerA o princesasemitontacuyaunicafuncionenlavidaesesperarasuprincipezul para las niñas.

Y claro, cuando te quejas de estas cosas suelen responderte con un “pero es que a las niñas lo que les gusta son los muñecos/cocinitas/carritos” o “pero es que a los niños lo que les gusta son los coches/balones/monstruos”.

Eso estaría muy bien si esos niños y niñas se hubieran criado solos en una selva sin ninguna influencia de la sociedad.

Pero como obviamente no es el caso, mi respuesta siempre es la misma. ¿Les gusta eso o se les educa para que les guste eso?

La respuesta está clara.

Cuando solo tiene unos minutos de vida, la niña ya tiene un babero rosa, unos patucos rosas y un pijamita rosa. Cuando es un poco más mayor, llegan los muñecos, los carritos y las cocinitas y fregonas. También el disfraz de princesa y los tacones de juguete. Después, escucha que “el fútbol es muy violento para las niñas” y que “los coches y los monstruos esos feos son para niños”. Luego va a un cumpleaños y sus chuches tienen un lacito rosa y las de su hermano uno azul, o va a comer a un Burger y en la caja a ella le meten una muñeca y a su hermano un dinosaurio. Y, ojo, el dinosaurio ni tocarlo, que es “muy poco femenino”.

Mientras, el niño recibe baberos, patucos y pijamitas azules. Luego viene el balón, el barco pirata y el coche teledirigido. También la bicicleta y el futbolín. Los juguetes pueden ser de cualquier color EXCEPTO rosa. Porque ese niño, desde pequeño, escucha que “¿un niño con algo rosa? ¡Maricón fijo!” (A este tipo de personas las reconocerás fácilmente cuando pronuncien la frase mágica: “Yo no tengo nada en contra de los gays, PERO…”). Cuando llega la época de disfrazarse, está claro: de súper héroe. Y bueno, pobre de él como se le ocurra acercarse a la cocinita de su hermana. “No seas tonto, ¡si eso son cosas de niñas!”.

Si entramos en la página web de una conocida tienda de juguetes, busquemos lo que busquemos, nos aparece esto :


Todo, absolutamente TODO, aparece dividido. Si buscamos, por ejemplo, Playmobil para niñas, nos aparece la casita de muñecas y la casa de verano. Si buscamos Playmobil para niños, aparece un parque el bomberos, la granja, el castillo o una cajita con árbitros y linieres de fútbol.

Vamos a una tienda cualquiera y, ¿qué encontramos?





Cuentos para niñas, cuentos para niños.

Pero espera, ¡que resulta que también existen pegatinas para niñas y pegatinas para niños!



















Después de años y años absorbiendo todo eso, ¿pretendes que una niña no se sienta rara y avergonzada por gustarle el fútbol? ¿Pretendes que pida un Scalextric? ¿Crees que el niño se va a atrever a decir que él quiere un Nenuco? ¿Te extraña que se sienta un bicho raro porque le encanta ese carrito con capota? ¿No te parece triste que en un cumpleaños jueguen unas por un lado y otros por otro? Y, sobre todo, ¿no ves una sospechosa relación entre esto y muchos problemas que se dan luego entre mujeres y hombres?

Lo siento, pero el “a las niñas les gusta X” y “a los niños les gusta Y”, no cuela.

Y eso lo saben muy bien en Toy Planet, en cuyo catálogo vemos imágenes que deberían ser lo normal pero que, por desgracia, son una excepción.























Así sí. Bravo Toy Planet. Esto es educar en igualdad. 

Y para terminar, dejo unas sencillas instrucciones por si alguna vez te surge la duda de si un juguete es para niño o para niña.















¿Cómo saber si un juguete es para niños o para niñas? Una guía. 
¿El juguete se utiliza con los genitales?
-SÍ --> Ese juguete no es para niñas/os.
-NO --> El juguete es para cualquiera de los dos.