23 de junio de 2015

No empieces ya con el temita...

Hace unos días las redes sociales ardían ante el comentario realizado por el periodista Javier Mérida en una tertulia deportiva futbolera. Comentaban la posibilidad del fichaje de un jugador que hace un par de años confesó haber agredido a su pareja. El periodista soltó entonces la siguiente perla: “con dos copas de más, pegarle una guantada a tu mujer no es agresión ni maltrato ni nada”. Añadiendo que, además, ella le había sido infiel.

Ante el revuelo que se formó en Twitter, este “señor”, lejos de disculparse y recapacitar por la barbaridad que había dicho, empeoró aún más la situación. Colgó, entre otros, un tweet con un enlace a la noticia de la infidelidad y añadió que “No he justificado nada. Me limité a contar por qué le pegó el puñetazo. Que no debió, claro, pero no fue por gusto”. Vamos, el ‘si le pega algo habrá hecho’ y ‘se lo merecía, por puta’ de toda la vida. Para no justificar la violencia de género, Javier Mérida, lo disimulas muy bien. Además, habló de denuncias falsas y “feminismo aprovechado”. Nos suena el discursito, ¿verdad?

Más tarde, después de que la Asociación de Prensa de Sevilla publicara una nota condenando sus declaraciones, el periodista se disculpó diciendo que “Mi única defensa, y tibia, es que en el calor de una tertulia, y con voces entrecortadas al no estar todos en la misma sala, a veces no se piensa lo que se dice, y luego no hay tiempo de matizar ni de rectificar. Pero, insisto, es tan vaga esa aclaración que solo resta insistir en mis disculpas más sinceras. No volverá a ocurrir. Mi perdón más arrepentido.”

Pero, ¿sabes qué pasa? Que el problema de la gente como tú es precisamente el contrario: lo decís porque lo pensáis. Tus disculpas no valen nada, pues de lo único de lo que te arrepientes es de haber hecho ese comentario en público.

Igualito que el señor Tim Hunt, que lo que lamenta es haber dicho esas cosas en presencia de todos esos periodistas.

Quien llega al punto de justificar la violencia contra las mujeres no lo hace por ser un enfermo ni un loco. El machismo está presente de muchas formas, unas más difíciles de percibir que otras, pero todas hacen daño y contribuyen a que las mujeres sigan sufriendo desprecios, humillaciones, agresiones y asesinatos.

Cuando en una reunión, fiesta, comida familiar, etc., reprochamos un comentario machista se nos tacha de exageradas, amargadas, aguafiestas. “No empieces con eso, que estamos de broma”. Pero resulta que la gente que hace comentarios como los de J. Mérida (o Tim Hunt, o León de la Riva, o Arias Cañete, o…) en público, se atreven a hacerlos precisamente porque antes, en privado, entre risas, han sido aplaudidos, tomados a broma y no censurados. El machista se siente respaldado, justificado, apoyado, comprendido. Y, así, día tras día. Hoy le ríen un chiste sobre las mujeres y las baldosas, mañana  miran para otro lado ante un “esa es una guarra”, al otro callan ante un “si les pegan es porque lo consienten”…Hasta que un día, llega a una radio y, como si nada, justifica la violencia de género.

¿Cuántos maltratadores habrán sentido que lo que hacen está bien al escuchar las declaraciones de Javier Mérida? ¿Cuántas mujeres habrán desistido de denunciar a su maltratador porque al escucharle han sentido que, quizá, lo que están sufriendo no es para tanto o incluso lo merecen?

“El temita” es lo suficientemente serio como para tener que mordernos la lengua y callar, sea ante un desconocido o un familiar y estemos en la cola de la pescadería o en una cena de Nochebuena. Cuando callas, le estás dando fuerzas para subir un escalón más.


Y, hablando de callar, no me olvido del silencio cómplice de los compañeros de profesión de J.Mérida. Entristece pero, por desgracia, no sorprende. Por cobardía o por corporativismo, han decidido callar. Y, quien calla, ya se sabe…

También se echan de menos respuestas desde más arriba. ¿Se imaginan el escándalo si un periodista dijera en una radio algo así como “Sí, el etarra le disparó, pero es que él no quería darles la independencia!”?

¿Parece una comparación demasiado fuerte? Quizá sea el momento de recordar que, sólo en los últimos diez años, han sido asesinadas por sus parejas más de 700 mujeres.


Pero está claro que hay temas y “temitas”.